Cada enfrentamiento con el Real Madrid ha llevado un contexto social importante y diferente. El hecho es que, esta Supercopa pesa más para Tito que para Mou. Sus palabras desmantelan la intensión. Teniendo eso en cuenta, este primer partido pasa por asegurar la mitad de 180 minutos con una mínima de dos goles. Así reza la norma, pero Tito no quiere tampoco caer en prisas innecesarias. Fiel a su estilo, prefiere volver al reloj su amigo y marcar el ritmo. Con Xavi recuperado y un Alexis Sánchez ya apto para entrar en tensión competitiva, el favoritismo se inclina hacia el lado culé.
En Valdebebas cayó hace poco un noticia, para colmo, pesada. Pepe no estará. Y aunque a simple vista se denota como una baja sin consecuencias notables, sí que las trae. Porque Ramos quedará sin su compinche, y Mourinho tirará de otro plan, quizá desalentador.
La pasada temporada Pep Guardiola, para su desgracia, desató al animal muy temprano. Sin ser su culpa claro, la ausencia del chileno en el Camp Nou en la vuelta permitió que las bestias de atrás se libraran de las cadenas y salieran en busca del protegido, Leo Messi. Encima, el acoso continuo y punzante a los interiores terminó por sentenciar un Barça ahogado.
Esta vez se presenta todo a favor del Barça. Tito puede aprovechar la ventaja tirando del plan que el Bernabéu sufrió. Y si optan por no morder, con un Albiol quizá muy inocente al lado de Alexis y compañía, puedan caer rápido. Nada está dicho, pero José Mourinho parte con una desventaja inusual referente a lo que pasó la temporada pasada. Marcar otra vez se hace obligatorio, y en manos de Tito está aprovechar.
Wednesday, August 22, 2012
Monday, August 20, 2012
No fue cualquier noche
Dentro de ese difícil contexto, Pep sometió al equipo al 3-4-3 rearmando y ajustando situaciones que por primera vez el Camp Nou visionaba. Al problema le acompañó la recuperación de Messi en los meses de enero-febrero. Y así pues, un Cesc Fábregas que arribó cuando el caos azotaba los planes previos.
Ahora Tito tenía el timón, y dio la talla. Administró excelente. Entre tantas cosas, recuperar a Xavi fue una prioridad. Proteger a Leo una garantía. Y consecuentemente podía tener el gusto de regresar a Cesc a su labor natural, o "ficharlo de nuevo".
Philippe Montanier dirigió un partido descontrolado por él mismo. El Barça presentaba un sistema desalentador para el rival. Y lo más estimulante comenzó por ver a Messi, Cesc y Xavi en zona de mediapuntas, donde su objetivo fue batir línea, y de la mano de los apoyos por los costados y las salidas de presión contrarias se logró crear pasillos que mágicamente llegó gracias a los tres azulgranas.
Uno de los aspectos importantes también fue la presión. El conjunto culé acosó a la Real tras salida limpia, y quitó muchos balones en el mediocampo. Incluso cuando hubo un balón muerto, no permitió la recuperación inmediata rival y trató de llegar lo más profundo y rápido al área contraria, creando así un ataque posicional desde los 3/4 de campo.
Las circunstancias ya eran completamente abrumadoras, pero en el segundo tiempo Philippe mató a su propio equipo mandando a presionar nuestras salidas. El hecho fue que provocaron grandes minutos de un total patio de colegio, y los culés que habían brillado en la primera parte, no dejaron de hacerlo en la segunda, pero cayeron a un segundo plano para hacer ver un transición realmente colosal.
Al 5-1 la terminó por sentenciar las fantásticas sensaciones de David Villa, y la confortante noticia de Alex Song.
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